domingo, 18 de junio de 2017

Ciclos

La historia es cíclica. Y la mía, como tal, también lo es. Me he pasado el verano teniendo 'premoniciones', por llamarlo de alguna manera.

Empecé mi labor como docente en el curso 2011/12 en Morón de la Frontera. En aquella ocasión tuve el turno partido entre el diurno y el nocturno. Es más, en  el nocturno daba clases de 1º de Bachillerato semipresencial, utilizando la plataforma Moodle. Como ahora, en el presente curso 2016/17. Entre medias, pasé dos de los mejores años de mi vida en Córdoba, impartiendo clases en dos institutos ubicados en barrios conflictivos, donde lo importante no era la labor académica, sino humana y social. Trabajé en la misma ciudad, en el mismo barrio. Viví en la misma casa.

Y este curso tocaba cerrar el cuarteto. Lo veía venir. Lo ví venir. Y así ha sido. Este año me tocaba salir de Córdoba, irme mucho más lejos. A otra ciudad de la Frontera. Y trabajar de noche. Empezar de nuevo. Partir de cero. Y, aunque no creo en estas cosas, lo supe.

(Chiclana de la Frontera, en algún momento de finales de 2016)