"A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo." (Jean de la Fontaine)
No recuerdo dónde escuché o leí esta frase por primera vez. Pensaba que era un antiguo proverbio chino, pero he buscado en internet y resulta que no.
El caso es que
me ha venido a la mente, como otras muchas veces, y le he dado unas cuantas vueltas. Los interminables monólogos
internos que no llevan a ningún lugar…
No es que crea en el destino; eso
de que nuestras vidas estén diseñadas de antemano. Al contrario, pienso que
nuestro futuro lo vamos forjando nosotros mismo sobre la marcha, conforme
andamos el camino, por así decir.
Aunque a veces el romanticismo
desearía que así fuese; que dos personas estuviesen predestinadas a
encontrarse… por ejemplo. Y es que en ocasiones se nos
presentan situaciones que nos hacen dudar, que nos hacen creer que quizá eso no
sea así, que puede que haya algo…
La filosofía oriental habla a
menudo de fluir, de dejarse llevar. Como si viajásemos a través del cauce de un
río. Pero, si nadie se resistiese a ese camino marcado, si no puedes decidir que dirección tomará el siguiente paso... ¿qué sentido tiene la vida?
Voy a salirme del cauce a ver si así consigo encauzarme.