Irene, David. Me hubiera gustado ser capaz de escribir algo
original para esta ocasión, pero las musas no estaban por la labor. Lo siento.
Así que dejaré que sea otro el que hable. O, mejor dicho,
hablaré a través de las palabras de otra persona. Y esa persona no es otra que
el poeta libanés Jalil Gibrán, quien en su obre “El profeta” habla así del
matrimonio:
Cuando
el amor os llegue,
seguidlo,
aunque sus senderos sean
arduos y penosos.
seguidlo,
aunque sus senderos sean
arduos y penosos.
Y
cuando os envuelva bajo
sus alas, entregaos a él,
aunque la espada escondida
entre sus plumas os hiera.
sus alas, entregaos a él,
aunque la espada escondida
entre sus plumas os hiera.
Y
cuando os hable, creed en él,
aunque su voz sacuda vuestros sueños
como hace el viento del norte
que arrasa los jardines.
aunque su voz sacuda vuestros sueños
como hace el viento del norte
que arrasa los jardines.
Nacisteis
juntos y
juntos permaneceréis para siempre
juntos permaneceréis para siempre
Pero
dejad que crezcan espacios
en vuestra cercanía.
en vuestra cercanía.
Y
dejad que los vientos del cielo
dancen entre vosotros.
dancen entre vosotros.
Amaos
(el uno al otro) con devoción,
pero no hagáis del amor una atadura.
pero no hagáis del amor una atadura.
Haced
del amor un mar móvil
entre las orillas de vuestras almas.
entre las orillas de vuestras almas.
Llenaos
uno al otro vuestras copas,
pero no bebáis de una misma copa.
pero no bebáis de una misma copa.
Compartid
vuestro pan,
pero no comáis del mismo trozo.
pero no comáis del mismo trozo.
Cantad
y bailad juntos,
y estad alegres, pero que cado uno de
vosotros sea independiente.
y estad alegres, pero que cado uno de
vosotros sea independiente.
Las
cuerdas de un laúd
están separadas, aunque vibren con la misma música.
están separadas, aunque vibren con la misma música.
Dad
vuestro corazón, pero no para que
vuestro compañero se adueñe de él.
vuestro compañero se adueñe de él.
Porque
solo la mano de la vida puede
contener los corazones.
contener los corazones.
Y
permaneced juntos, pero no demasiado juntos,
porque
los pilares sostienen el templo,
pero están separados.
pero están separados.
Y
ni el roble crece bajo la sombra del ciprés,
ni el ciprés bajo la del roble.
ni el ciprés bajo la del roble.
Espero que os hayan gustado estas palabras, y que disfrutéis, tanto como yo, de este día tan especial que nos han regalado nuestros amigos David e Irene.
Muchas gracias.