lunes, 15 de noviembre de 2010

Quijotesco

Esperas de mí más de lo que puedo darte. No, eso no es del todo cierto. Realmente podría darte más; el problema es que no puedo fingir algo que no siento. O sí que podría, por compasión tal vez. Lo he hecho otras veces, pero no funciona; siempre acaba mal. Alguien acaba sufriendo y pasándolo mal, y en este caso serías tú. No, esto tampoco es del todo así; los dos acabaríamos pasándolo mal.

Aún recuerdo la última vez:
- Simplemente estuve ahí cuando me necesitaste; nada más.
-¿Por qué lo hiciste?
-Si necesitas que te lo diga, entonces no mereces saberlo.


Siempre he sido un luchador por las causas perdidas. En el fondo siempre supe que acabaría mal; o, al menos, que no acabaría bien. Y aún así, lo intenté. Dios sabe que lo intenté. No estoy diciendo que supiera desde el principio lo que pasaba exactamente; no, eso habría sido un suicidio emocional. Pero sospechaba que aquello no era lo que aparentaba ser. 
Tampoco quiero dar a entender que me arrepienta de lo que hice. No me arrepiento de nada; todo lo que he hecho me ha traido aquí y ahora. Pero me he dado cuenta de que he estado equivocado todo este tiempo. No estoy enfadado con nadie, salvo quizá conmigo mismo. Por ser tan idiota y tropezar en la misma piedra una y otra vez; por cometer los mismos errores.

Si al menos fuese capaz de llorar y desahogarme, todo esto sería menos asfixiante.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Insomnio

"Tengo demasiado insomnio, no son los ruidos los que me impiden dormir, es otra cosa, ¿qué es?"


Por aquel entonces ya no dormía bien y todas mis noches eran largas. Unos decían que estaba enamorado; otros pensaban que era la presión del trabajo; otros no pensaban ni decían nada, ni siquiera les importaba. Lo único cierto es que la literatura y la música no eran suficiente esta vez. En otras ocasiones bastaba con tomar un buen libro o un buen disco (o  sintonizar un buen programa de radio, que a esas horas los hay) y el tiempo hacía el resto. Un rato de lectura, un poco de jazz, y los párpados empezaban a pesar.
 
Pero en aquella época la única manera de olvidarme de todo, de todos, y poder dormir a pierna suelta era el alcohol. Era algo efímero, pero merecía la pena por un 'momento' de tranquilidad absoluta. 

¿Merecía la pena? ¿Mereció la pena?